MARQUEZ, EVELYN: Inmaterial, Karina El Azem, Gustavo Daniel Ríos, Galeria Cecilia Caballero, 2014.
La belleza es un velo a través del cual debe presentirse el caos, decía el filósofo Eugenio Trías. A veces nos engaña, nos atrae con abalorios y artilugios para que nos posemos sobre sus encantos y cuando caemos, rendidos a sus pies por la atracción que lo bello siempre ejerció sobre la especie humana, nos damos cuenta de que lo que realmente se escondía detrás no era sino una mano de acero envuelta en un guante de terciopelo. Disfrazado tras las apariencias se encuentra el significado más profundo, que trasciende las cuestiones formales pero sin descuidarlas.
Esta aparente ingenuidad es la que se agazapa en las obras de Karina El Azem . Una atracción irrefrenable nos imanta hacia ellas, nos conquistan en una primera aproximación por sus patrones cercanos al diseño y la geometría, por su estallido de color y su variedad de formas.
Las obras de El Azem se constituyen como un oxímoron, una contradicción de términos dentro de una misma forma visual. Sus obras inmensamente atractivas por su colorido y su belleza, esconden un trasfondo de violencia que aguarda en estado latente la oportunidad para manifestarse. Al adentrarnos en los materiales utilizados, descubrimos en su composición elementos creados con el fin de matar: cápsulas de balas, municiones, cartuchos de 9mm tomados como módulos para diagramar pinturas digitales. Mezclados entre canutillos y cuentas de vidrios de colores, estos materiales parecen estetizarse, embellecerse mediante el contexto que los rodea, pero su intención sigue indemne. Extraídos de la obra, volverán a recuperar su potencial asesino y destructor.
El Azem redescubre el campo de lo ornamental, segregado de la esfera artística como un arte menor y trivial. Los artistas de Oriente desarrollaron incontables esquemas decorativos gracias a Mahoma, quien al imponer la prohibición de la representación por medio de imágenes, impulsó a los artistas al mundo de las líneas y los colores, generando diseños sutiles y gamas cromáticas riquísimas que El Azem actualiza, restituyéndoles su potencia en el presente.
Otro choque que se produce en sus obras es la fusión entre los principios de lo femenino y lo masculino. Las armas, su portación, las guerras, las disputas, son asuntos vinculados históricamente con el género masculino, enviado desde los albores de la civilización a formar parte de enfrentamientos armados, con el objetivo de la conquista o la defensa de los territorios y las almas. Por otro lado, tenemos los patrones decorativos, el diseño, lo delicado de los bordados y las costuras, actividades asociadas al universo femenino. Ambas variables se unen en los trabajos de Karina; parecen congeniar, fortalecerse mutuamente. La armonía se hace presente, pero nada puede garantizarla ni convertirla en eterna. El chispazo puede saltar en cualquier momento e invertir los órdenes conocidos.