PEREZ-BARRIERO, Gabriel, “Una certeza persiste” Transvisual #6, Fondo Editorial Centro Cultural Recoleta, 2012.
El arte se define tanto por sus usos como por cualquier otro criterio. En la Historia Natural de Plinio el Viejo, Zeuxis pinta un racimo de uvas con tal naturalidad que un pájaro baja del cielo para intentar comerlas. Zeuxis le pide a su amigo Parrasios que corra la cortina para tapar las uvas, cuando se du cuenta de que ésta también esta pintada. Este mito fundacional del arte occidental nos muestra, entre otras cosas, que el arte se basa sobre una leve mentira, un engaño, un querer ser y un querer ver. Pero tan importante como esto, es que para que el truco funcione, tenemos que querer ser engañados. No somos pájaros sino los creadores y felices consumidores del artífice.
Este cuento me vino a la memoria cuando visité la exposición de Karina El Azem en el Centro Cultural Recoleta, una mini retrospectiva que presenta con convicción varios proyectos centrales de su producción reciente. A pesar de las diferencias entre los diferentes cuerpos de obra, todos comparten el deseo de generar un roce entre lo que vemos y el con qué fue hecho. Hay dos momentos en este proceso, el primero de reconocimiento del material constitutivo (una especie de versión contemporánea del momento en que vemos que el retrato de Velazquez esta hecha de apenas pinceladas de oleo), y la subsiguiente lectura del contenido especifico de esos materiales, cuando aprendemos que son, por ejemplo, las balas usadas en la Guerra de las Malvinas. Aprehensión y aprendizaje forman el camino hacia el significado de estas obras, el uno generando el otro.
La decoración y la ornamentación forman un interés especial para El Azem, tanto por sus implicaciones femeninas como por su estatus (relacionado) como algo secundario, menor, o incluso criminal si aceptamos el famoso dictamen de Adolf Loos de que todo ornamento es crimen. Sin embargo la división entre las ‘bellas’ artes y las ‘decorativas’ es algo muy reciente en la historia, ignorando los milenios en los que el generar formas geométricas y regulares era parte intrínseca de una cultura llena de significados y cosmogonía. Recuperar esa intención desde el complejo campo del arte contemporáneo es sin duda un desafío inmenso, pero en su delicado equilibrio entre imagen y contenido, forma y concepto, Karina El Azem emprenda un camino que sorprende por su callada valentía.
Gabriel Pérez-Barreiro